viernes, 7 de diciembre de 2012

PRESENTACIÓN DE "LA NAVIDAD SIGUE CONTANDO"

Un año más, como el turrón, llega a casa por Navidad el libro de cuentos que todos estabais esperando.

El próximo viernes 14 de diciembre, a las 20,00 h., tendrá lugar en la casa de Zorrilla la puesta de largo de la cuarta entrega del proyecto cultural "Contamos la Navidad", y que este año, siguiendo la línea y la imagen de la segunda temporada, llevará por título "La Navidad sigue contando".

En el acto bautismal participarán:

ÁNGELA HERNÁNDEZ
(escritora)
MAR SANCHO
(escritora)
FERNANDO CONDE
(escritor y prologuista del libro)
FÉLIX RODRÍGUEZ
(director creativo de Estudio Pobrelavaca, diseñador de la cubierta y coordinador de ilustradores)
JOSÉ IGNACIO GARCÍA
(escritor y coordinador general)

En el acto podrán intervenir, además, otros autores e ilustradores que lo deseen, y en el transcurso de la velada se rendirá un homenaje a TIMOTEO HERRERO HERRERA, que participó en el libro "La Navidad cuenta", y a cuya memoria se ha dedicado esta cuarta entrega, como ocurrió en la primera con Antonio Pereira.

Os esperamos ese día, y aprovecho para desearos a cuantos seguís este blog, una feliz y literaria Navidad.

lunes, 26 de noviembre de 2012

ABC

La vida en una maleta

La autora vallisoletana Mar Sancho reúne algunos de sus cuentos, reconocidos con prestigiosos galardones, nacidos de sus idas y venidas por medio mundo

Día 25/11/2012


 Llega a las librerías una nueva entrega en prosa de Mar Sancho, respaldada por dos avales de incuestionable valor: el tantas veces atestiguado talento de la escritora vallisoletana, y el hecho de que los dieciocho deliciosos relatos hospedados en este libro recopilatorio han sido merecedores de los premios de narrativa más prestigiosos que se convocan en España. Sendas credenciales deberían bastar como argumentos de peso para recomendar la lectura inexcusable de Leningrado tiene setecientos puentes.
Pero una vez que el lector se abisma en el devenir de esas historias galardonadas y se pone a bucear entre la tinta de sus páginas, descubre centenares de razones que refuerzan su convicción de encontrarse ante un gran libro de cuentos; una obra agradablemente presentada que trasciende a su contenido puramente literario. Porque este hermoso y abigarrado ramillete de relatos no es sólo un muestrario de breves joyas escritas, sino una guía de viajes esplendorosa, un mapamundi de paisajes, diseccionados de forma fascinante con la escritura elegante y envolvente de una mujer valerosa y nómada, que vive apegada a sus maletas, y que retrata en sus escritos, con la hermosura de un orfebre de la palabra impresa, infinidad de lugares a los que la gran mayoría de los mortales sólo podrían acudir con la imaginación propia o con la que pone a su disposición una autora que urde en verso sus hilos de prosa, para dotar a cada uno de sus relatos de la resistente delicadeza de una fina pieza de seda.
Mientras se avanza en la nutritiva lectura de estos cuentos exuberantes, se tiene la sensación de que Mar Sancho los ha escrito sin someterse a cronologías, entre los resquicios que le dejaban sus viajes, pero escabulléndose mientras lo hacía de los agobios y de las prisas, en la sala de embarque de un aeropuerto populoso y ultramarino, en el asiento incómodo de un tren traqueteante que surca pesadamente las estepas siberianas, o sobre la cubierta de un buque mercante que la conduce de la tierra segura a un nuevo territorio ignoto, al que dota enseguida de una magia singular y atractiva. Pero, por encima de todo, se palpa en ellos esa sensación acaso borgiana de que la vida siempre discurre en otro lugar diferente al que habitamos. Por eso, no resulta extraño que rubrique en Miami un recuerdo del valle Esgueva, o que comunique telefónicamente a un pastor de Pozaldez con una desconocida rusa.
Así el libro se convierte en un itinerario abierto, en el que cada relato se desarrolla en un escenario y un ambiente totalmente diferente al resto. Recorre los confines del mundo Mar Sancho con el visor de su pluma, desde Argentina a la India, desde Rioseco a Montevideo, desde Alaska a Leningrado, o desde las plazas anegadas y enmohecidas de Venecia a los islotes más lejanos de la remota Oceanía; para acercarnos todos esos lugares con el singular magisterio de su verbo en ocasiones casi cinematográfico, y siempre atiborrado de detalles minuciosos que dotan a los textos de una riqueza que engancha desde sus primeras líneas, hasta que los remata con su dulzura característica, no exenta a veces de ironía, de dolor o de dramatismo, pero esmaltada en todo momento con una pátina de normalidad que convierte en cercanos a personajes como un maharajá indio, una prostituta palestina o un vendedor de huesos de Friday Harbor.

Autora solvente y fiable

Pero no debe afrontarse la lectura del libro únicamente como si fuera un profuso catálogo de agencia para viajeros que preparan unas vacaciones pintorescas. Leningrado tiene setecientos puentes es una obra literaria de gran envergadura, rubricada por una de las autoras más solventes y fiables de su generación, una escritora que se maneja en cualquier género con la desenvoltura de un delfín en la inmensidad del océano. Y eso lo pone de manifiesto a lo largo de estás historias trufadas de anécdotas escuchadas, de evocaciones y de recuerdos añorados, de vivencias y de contemplaciones testimoniales de unos protagonistas tremendamente humanos, que vienen y van, ajenos a la época y los lugares en los que su creadora los ha asentado, dotándolos de una vida tan personal y propia que todos resultan solventes y creíbles, y están perfectamente definidos y retratados, gracias a un lenguaje mimetizado a cada situación y a cada momento con la precisión de un reloj suizo.
En todos los casos maneja Mar Sancho el tiempo narrativo con delicada suavidad, logrando que el lector quede como hipnotizado por la fuerza de la historia, por la personalidad de sus protagonistas, por la fastuosidad que impregna al escenario, más allá de que se trate de un concurrido mercado de Bombay o de un soportal de la vallisoletana Fuente Dorada. Y así se lamenta que llegue sin avisar un desenlace que, en la mayoría de los casos, saca a relucir su vena poética, puesta también de manifiesto en numerosas frases que llenan de un almíbar agradable cualquier paladar.
Como lamenta un servidor no disponer de más espacio para seguir refiriendo y defendiendo los más de setecientos motivos que hacen absolutamente recomendable la lectura de esta obra, Leningrado tiene más de setecientos puentes, que no hace sino atestiguar que su autora está llamada a ocupar en breve un lugar destacado en el podium que acaparan los grandes de nuestras letras.

José Ignacio García recibe el premio de cuentos de las Justas Poéticas de Laguna de Duero

El recuerdo a los creadores del certamen, Timoteo Herrero y Pedro González, fallecidos este año estuvo presente durante en la gala

NOTICIA DE Jesús Nieto25/11/2012
 

Santiago Redondo recibe el premio de las Justas Poéticas
Los ganadores Santiago Redondo y José Ignacio García flanqueados por Jesús Julio Carnero y Luis Minguela. / Foto: Santiago Bermejo.

El presidente de la Diputación de Valladolid, Jesús Julio Carnero, entregó ayer el premio Flor Natural de las XLI Justa Poéticas de Laguna de Duero a Santiago Redondo Vega, por su obra titulada 'Amanece la voz', mientras que el alcalde de Laguna de Duero, Luis Minguela, fue el encargado de entregar el premio del XXXII Cuento Corto a José Ignacio García por su obra titulada 'El secreto de su nombre'. Por su parte, el concejal de Cultura, Alfredo Fadrique, hizo lo propio con la ganadora local de Cuento Corto, Patricia Pérez, por la obra 'Íncubos y Súcubos'. Los premios, dotados con 1.400 euros y placa para los ganadores y 100 euros para el premio local, además de la Flor Natural con la que se honra al poeta ganador, se entregaron en la Casa de las Artes en una gala presentada por los periodistas Eduardo Rodríguez y Carolina Laerranz. En la ceremonia, participó también el grupo Caracol Andador, con su recital musical 'Recordando a Lorca y a la Argentinita'.
Durante la gala, se recordó a los creadores del certamen, hace ya 41 años, Timoteo Herrero Herrera y el entonces alcalde de Laguna de Duero, Pedro González Pérez, fallecidos ambos este año. Por este motivo, el alcalde Luis Minguela entregó una placa y un ramo de flores a la hija de Timoteo Herrero, María José Herrero, y a la viuda de David González Pérez, Carmen Diego.
El alcalde de Laguna de Duero, Luis Minguela, destacó en la gala que estamos ante una de las expresiones culturales más arraigadas en Laguna, pues lleva 41 años celebrándose. "La existencia de este certamen ha ayudado a que prevalezca en el tiempo la afición en nuestra localidad a la creación literaria. Y muestra de ello es la también XXXII ediciones del certamen de Cuento Corto". Y como novedad este año se ha incluido también un certamen de microcuentos, como una forma de incentivar la participación de niños y jóvenes, de entre 10 y 20 años, en la creación literaria. El primer edil también anunció su intención de seguir apoyando las manifestaciones culturales y lúdicas a pesar de la difícil situación económica.
Por su parte, el presidente de la Diputación de Valladolid, Jesús Julio Carnero, subrayó que sin la cultura no somos nada y destacó el hecho de que este año el Ayuntamiento haya querido acercar la literatura y la cultura a lo más jóvenes con la primera edición del maratón de microcuentos. Y dirigiéndose a los niños y jóvenes que estaban en la sala les dijo: "Las nuevas tecnologías tiene sus virtudes; nos acerca lo lejano. Pero si no la usamos bien, también puede alejar lo cercano. Sin embargo, la literatura nunca aleja lo cercano."
Santiago Redondo se mostró satisfecho por el galardón recibido, no sólo por la cuantía, sino porque ganar las Justas Poéticas de Laguna de Duero, tienen una gran relevancia "ya que las personas que han ganado durante estos años son poetas de identidad y se trata de una localidad vallisoletana" y añadió: "Recibir el galardón supone que alguien ha leído tu obra y le ha gustado". Redondo dedicó el premio a la memoria de su padre, de donde partió la idea. El poeta ha tratado de reflejar en 'Amanece la voz' un paralelismo entre la vida del padre y la tierra de Castilla que va perdiendo vigencia a nivel popular y a nivel rural.  El ganador de la  Justas Poéticas de este año compuso 'Amanece la voz' expresamente para presentarse al concurso, aunque como reconoce, cuando un poeta escribe, escribe por necesidad. Valoró el nivel del jurado y afirmó que cuando la situación económica obliga a recortes, la cultura es un bien ineludible.
El ganador de la XXXII Edición de Cuento Corto, José Ignacio García, dedicó el galardón a su familia, su novia y sus amigos, las personas que estuvieron cerca de él tras pasar una grave enfermedad. 'El secreto de su nombre', el título del cuento con el que se hizo con el galardón fue el primero que escribió tras su convalecencia y destacó el poder terapéutico de la literatura. La ganadora local, Patricia Pérez Maroto, con su cuento 'Íncubos y súcubos' también agradeció el premio a sus padres y confesó que no esperaba ganarlo porque era la primera vez que se presentaba
Un hecho destacable este año es el alto número de jóvenes y adolescentes que presenciaron la gala, sin duda, para saber si eran los ganadores del I Maratón de Microcuentos denominado 'Laguna con las Letras', dirigido a niños y niñas de diez a 20 años y que este año se ha celebrado por primera vez. Los participantes a este maratón debieron redactar un microcuento con un máximo de 100 palabras. Los ganadores -Estela Prieto, Carlos Gandiana, Inés Prieto y María Muriel-   recibieron un iPAD Mini cada uno. Carnero destacó esta iniciativa por acercar la literatura y la cultura a los más jóvenes.
El jurado de las XLI Justas Poéticas de Laguna de Duero, presidido por el concejal de Cultura, Alfredo Fadrique López, estuvo compuesto por Carlos Aganzo, Antonio Piedra Borregón, Eduardo Fraile Valles, Ernesto Escapa Gutiérrez y Gloria Rivas Muriel, mientras que el del XXXII Certamen de Cuento Corto, también presidido por el concejal de Cultura, Alfredo Fadrique López, ha estado compuesto por María José Grijalba Del Campo, Antonio Salinero Bombín, Rafael Marín Pérez, Antonio Alamo González y Ángel De Castro Gutiérrez. En esta edición se han recibido 364 trabajos para las Justas Poéticas y 437 trabajos para el certamen de Cuento Corto

lunes, 5 de noviembre de 2012

El secreto de su nombre, ganador de las XXXII Justas Poéticas Castellanas de Laguna de Duero

Hace dieciseis años escribí un relato, lo mandé a un concurso literario y lo gané. De no haberlo hecho, probablemente no hubiera vuelto a escribir una sola línea más.
Hace siete meses resucité de entre los muertos, para seguir viviendo y escribiendo, y para redescubrir los valores de la familia, de la amistad verdadera y del amor completo.
En agosto tuve las fuerzas necesarias para escribír el primer relato que se me ocurría tras padecer la tromboembolia pulmonar masiva de la que milagrosamente estoy recuperado casi por completo.
Desde 2009, cuando me concedieron el Premio Miguel Delibes de Narrativa, por mi libro de cuentos "Entre el porvenir y la nada", y el Mazzantini de Llodio, por el relato "La decisión de Juan Portillo", no había vuelto a participar en ningún certamen literario. Pero me apetecía hacerlo en esta ocasión en un premio que tenía entre ceja y ceja, y que no había logrado antaño, cuando era un participante asiduo de los numerosos concursos literarios que se convocan en España. Un premio que, en caso de conseguirlo, me permitiría recogerlo, ya que lo entregan a menos de media hora de viaje en coche desde Portillo, y esa era la distancia máxima que entonces los médicos me permitían recorrer. Ese premio no era otro que las prestigiosas "Justas Poéticas Castellanas" de Laguna de Duero, que este año rendían su XXXII edición en la modalidad de cuento corto, y cuya concesión he conocido la semana pasada. El relato premiado se titula "El secreto de su nombre", y seguramente me animará a seguir escribiendo, ahora que andaba en la reserva de inspiración y de ánimos, porque la editorial que iba a publicar mi próximo libro ha decidido no seguir arriesgando lo que no tiene, porque corren malos tiempos para la lírica, y para la narrativa en este caso.
La entrega del premio tendrá lugar el próximo sábado 24 de noviembre, a las 20,00 h. en la Casa de Las Artes de Laguna de Duero.
Las Justas se apellidan Poéticas, porque hace más de 50 años que empezaron a convocarse en esa modalidad. Y se da la casual circunstancia de que, en una edición en la que han participado casi 450 narradores y más de 360 poetas de todo el mundo, el ganador en la vertiente poética ha sido el poeta Santiago Redondo Vega; un escritor que desgrana versos e hilvana cuentos con un talento prodigioso, y que tuvo a bien convertirse este verano en el padrino de los encuentros literarios "Lengua de Estrellas", que ha empezado a organizar la Asociación Socio Cultural "La Estrella" de Pozal de Gallinas.
Puede que sea casualidad, o que la Virgen de la Estrella, patrona de los gallinatos, haya decidido bendecirnos a los dos con su manto.
En cualquier caso, será un lujo recibir tan importante galardón el día 24 junto a un buen amigo y mejor poeta.
Y si las cosas salen bien, otra editorial aparecerá que quiera ponerle papel y cubierta a los nuevos cuentos que ingenio y escribo. 

lunes, 1 de octubre de 2012

VOLVEMOS A CONTAR LA NAVIDAD

Un año más un grupo de chiflado que tenemos la rara habilidad de convertir en realidad nuestros sueños nos hemos puesto manos a la pluma y al pincel para editar la cuarta entrega de un libro que se ha convertido en un clásico de la Navidad.
Gracias a la colaboración desinteresada, y entusiasta en muchos de los casos, de un buen número de escritores e ilustradores de gran talla, y no de pantalón precisamente, hemos vuelto a inventar otra obra de arte en formato de bolsillo, para recreo de la vista y los sentidos de todos los privilegiados que tengan la suerte de disfrutarlo una Navidad más.
En una entrada anterior figuran las características del libro, sus participantes, el precio, las formas de reservarlo... Seguro que al leer esta reseña te acordaras de un restaurante al que sueles ir, de tu dentista, de tu peluquero, del taller donde le cambias el aceite al coche, o de un amigo que tiene un pequeño negocio y ya está aburrido de regalar mecheros y llaveros y bolígrafos que la mitad de las veces no tienen ni tinta, ni gas, ni llaves que guardar. Y si tú mismo prefieres felicitar las fiestas con un libro que cuesta poco más que una tarjeta de Navidad, pues miel sobre turrón.
Espero tu colaboración, tu promoción y que, como mínimo, disfrutes con la lectura del libro cuando lo acaricies entre tus dedos. Esa es la única razón que nos empuja a seguir contado cuentos, sin villancicos ni panderetas, por Navidad. La razón que nos alienta para que cuando un año muere para renovarse en otro que nace, el bendito sueño de un grupo de orates geniales se convierta en la realidad navideña más hermosa jamás contada e ilustrada. 

lunes, 20 de agosto de 2012

I ENCUENTRO LITERARIO LENGUA DE ESTRELLAS

Pozal de Gallinas es un pueblo especial. No deja de crecer. Está lleno de niños. No hay apenas casas viejas, ruinosas o deshabitadas. Y además está lleno de gente con inquietudes que no para de organizar actividades culturales de todo tipo. En Gallinas ya es famoso el Atalaya Rock, que cada año congrega a los mejores grupos de música rock y heavy del país; es importante la Semana Cultural que el Ayuntamiento organiza en agosto; existe un grupo de teatro aficionado que hace las delicias de quienes disfrutan sus representaciones; y hasta una modista que confecciona los vestidos más hermosos que puedan imaginarse... sólo con papel.
Bueno, pues para aumentar la oferta cultural del municipio pinariego, este verano la Asociación Cultural de la Tercera Edad "La Estrella" ha decidido crear un encuentro de escritores, denominado "Lengua de Estrellas", con la intención de hacerlo crecer cada curso, y que ese hermoso pueblo del sur de la provincia se convierta en luminaria de las letras; en un lugar de reunión, donde coincidan autores y lectores, para que los primeros muestren su obra y sus inquietudes, y los otros puedan tener un diálogo directo con ellos.
Este primer encuentro tendrá lugar el próximo viernes 24 de agosto, a las 19,30 h., en el centro multiusos "El Sindicato", y en él participará la escritora local Mª Ángeles Pérez Guinovart, el escritor y poeta Santiago Redondo Vega, y yo les acompañaré en la mesa, para ver si con la cercanía se me impregnan algunas gotas de su talento.
Si el viernes por la tarde queréis disfrutar de la magia de las palabras, del embrujo de la poesía, de la sensibilidad de Mª Ángeles, y de la calidad y el temperamento oral y escritos de Santiago. O incluso si sólo os apetece darme un abrazo, os esperamos a todos en Gallinas.
Seguro que la visita merece la pena. 

miércoles, 27 de junio de 2012

HABLAMOS DE LIBROS...

A partir de hoy, daré mi opinión en el blog de los libros que vaya leyendo.
Y para empezar he elegido un libro que presenté, junto a su autor y otros amigos, hace unos días en la librería "La tienda de Lope", de Olmedo.


La república independiente de San Nadie

José Carlos Iglesias Dorado

EL GUARDIÁN DE LA MEMORIA

Los relatos de José Carlos Iglesias Dorado huelen a pueblo, a humo de lumbre baja, a filandones nocturnos, a sones de trompeta o de dulzaina, a fantasmas reconvertidos en sanchos paladines de causas imposibles… En pocas palabras, huelen a homenajes sinceros, a recuerdos y añoranzas de un nostálgico que hunde su pluma en las raíces de su memoria, y de una tierra de la que está enamorado. Y -como dice la canción- se le nota en la mirada derramada y en la tinta que desangra las venas de su imaginación.

Los relatos de José Carlos son retablos de un paisaje castellano y leonés que conoce y domina; un paisaje hondo, tan hondo que parece entibado en las profundidades de una mina, o sacado al exterior, para airearlo en las parameras de una meseta, o ensalzarlo en una plaza de pueblo vestida de fiesta, o trasladarlo a una playa que se convierte en veraniego desguace de ancianos, condenados a la indiferencia de sus familiares y al olvido. Pero rebosa en todos ellos esa esencia del ánimo esperanzado, del humor que se sobrepone a cualquier adversidad, del dolor que convierte a los protagonistas en héroes literarios de causas cercanas, que hieren a veces, de tan inmediatas. Que acarician las más, de tan humanas. Los relatos de Iglesias Dorado son, en suma, la crónica latente de la agonía anunciada de un territorio en vías de despoblación.

Si acaso, antes de esparcir el aroma a incienso que cualquier bautismo literario requiere, y porque no todo va a ser miel y rosas, hay que anotar en su debe algunas incorrecciones de acentuación, que si bien no son significativas, si dificultan la lectura y el sentido que el autor quiere darle a algunas frases; y también da la sensación en algunos relatos de que ha tratado más de adaptarse, o de cumplir las bases de los certámenes literarios conquistados, que de dejar fluir libremente aquellos argumentos que su pluma desbocada y su instinto de escritor de raza le sugerían.

En cualquier caso, algo -o, en este caso, mucho- tiene el agua cuando la bendicen. Y a estos cuentos, además de los premios merecidamente cosechados, los avalan su incuestionable nivel literario y el reconocimiento unánime de tantos lectores rendidos a su ritmo frenético, a su construcción robusta y sin fisuras, a su prosa templada y poderosa, y a unos desenlaces que caen por su propio peso, y que por lo general no rizan el rizo innecesariamente, como les ocurre a los toreros que tratan de requeterrematar la tanda de muletazos ya rematada, con lo que terminan por quitarle la gracia al asunto y por echar a perder una faena digna de oreja.

José Carlos, que es un pájaro narrativo de mucho cuidado y largos vuelos, y que además esgrime su pluma con la pericia del más diestro espadachín, ha estado hábil además en la titulación del libro y en la ordenación de los cuentos. Mérito que, al tratarse de una autoedición, supongo que será estrictamente suyo. Descorre el telón con un relato fastuoso, imaginativo, bien hilvanado, y concluido con pespuntes propios de un modisto virtuoso. Y cierra este manojo de historias palpitantes, de tan frescas y vivas como son, con una tierna y memorable, la del músico que todos llevamos dentro, ese músico generoso y nómada que se recorre la geografía de su región, dejándose el sudor y el aliento, para meter la alegría en el cuerpo a esos paisanos que tanto lo necesitan en esos nuestros pueblos que inexorablemente se van muriendo, porque sus habitantes se han ido con la música a otra parte.

Pero también mantienen erguido el pendón relatos como “Campanadas a medianoche”, en el que uno se injerta en la piel del caminante que pasea las calles pedregosas de El Burgo de Osma, en busca de la figura controvertida del poeta Dionisio Ridruejo; o “Quien le manda a uno”, en el que, desde el título (con errata incluida) el lector se imagina el atolladero en el que se va a meter Tomás, el pensionista sarcástico y rezongón que se lleva sus cabreos y su melancolía a la playa, o “La partida”, paradigma bien conseguido de lo que supone el fenómeno integrador en esta acogedora Castilla de nuestras entretelas, en la que tanto nos cuesta abrirle las contraventanas de nuestros corazones a un extraño, hasta que éste se gana nuestra confianza, y con ella nuestra amistad eterna, sin importar que haya nacido en Alpedrete, en la Conchimbamba o en una aldea búlgara de nomenclatura impronunciable… Y si encima el pastor inmigrante aprende a manejar la desencuadernada y a cantar las veinte en oros con contundencia y taco incluido, mejor que mejor, que a nadie le amarga un dulce, y más cuando el recién llegado, alegre y lenguaraz, encaja como el caballo que se precisa para cantar un tute decisivo.

Me interesan algo menos los relatos más lineales o menos posibles, y no porque carezcan de calidad, que la tienen, sino porque los que he referido manejan mejor los tiempos y los registros del género, y eso hace que destaquen sobre el resto.

He mencionado párrafos atrás que se trataba de una autoedición, y además el autor así lo reconoce en los créditos, al tiempo que argumenta -en una confesión que le honra- que se ha jugado los garbanzos de su propio cocido, en lugar de perder el tiempo haciendo pasillos o de buscar esas ayudas oficiales que acumulan otros escritores a los que los críticos llaman “de campanillas”. Y aludo al tema de la autoedición, porque muchos de esos críticos (que algo tienen de forenses diseccionadores de sueños) la utilizan a modo de guadaña para cercenar a bastantes escritores primerizos que no gozan del sólido escudo que brindan los grandes sellos editoriales. No es este mi caso, bien al contrario bebí del mismo cántaro en aquella época ya lejana de mis primeros escarceos literarios. Además se merece todos los respetos el autor que, además de empeñar sus propios cuartos en pos de conseguir su sueño, se esfuerza porque sus palabras sean mensaje vivo, trasmitido de librería en librería, de villa en villa, de tertulia en tertulia, sin importarle la recompensa económica. Al fin y al cabo los lectores son los que a los escritores nos procuran la respiración. Y estoy seguro de que José Carlos, al menos de momento, o hasta que reciba la llamada de un magnate del gremio, prefiere henchir sus pulmones de aire puro antes que pelearse con un editor modesto, que encarcele sus cuentos en una tirada limitada y que seguramente quede recluida entre las paredes del almacén donde la enclaustre por falta de medios. Así su libro planea libre sobre nuestros cielos y da sentido a su afortunado esfuerzo.

José Carlos Iglesias, con su arrojo, su capacidad para emocionar, sus palabras cálidas, sus argumentos espléndidos y su verbo complejamente fresco, se convierte con este libro en guardián y garante de una tierra que jamás dejará agostar su memoria y sus raíces. O, al menos, no mientras que haya adalides literarios como él que las rieguen con sus metáforas impregnadas de talento.











miércoles, 20 de junio de 2012

UN PREMIO DELIBES DIAGNOSTICADO

No soy dudoso. Hace unos días, en el transcurso de la charla que compartí con amigos y lectores en la Casa Zorrilla, alabé con sinceridad la última obra de José Manuel de la Huerga, "Apuntes de medicina interna", que ya había sido finalista este año del Premio de la Crítica de Castilla y León, y hoy ha recibido el Premio Miguel Delibes de Narrativa 2012. Nunca un premio fue más merecido.
Si no habéis leído todavía la novela, no sé a qué estais esperando. Es una de esas maravillas literarias por las que uno puede renunciar a casi cualquier cosa.
Curiosamente, de una cita del final del libro surgió en mi cabeza la idea de esa novela protagonizada por un enfermo resucitado que no había escrito nada en su vida. Al principio iba a tratarse de un texto breve, pero, dadas las arriesgadas vivencias que conllevó, ahora está aumentando su tamaño y su periodo de gestación.
Enhorabuena a José Manuel de la Huerga por su magnífica novela, y por el nuevo y justo premio. Pero, sobre todo, enhorabuena a todos los que ya la habéis disfrutado. Los que no lo hayan hecho, les queda toda la vida para hacerlo. Pero mejor que no dejen para mañana lo que pudieron hacer ayer. Sobre todo, cuando merece tanto la pena.

lunes, 18 de junio de 2012

LA TIENDA DE LOPE, UN SANTUARIO LEGENDARIO

He conocido un librero al que le gustan los libros. Al leer semejante confidencia, tal vez alguien piense que la tromboembolia definitivamente me ha afectado al cerebro. Ni por asomo. Lo que parece una obviedad no es más que una dolorosa afirmación de la que estoy plenamente convencido. Muchos conocéis mi proverbial habilidad para hablar mucho, y muchas veces más de la cuenta; y mi magisterio a la hora de decir lo que pienso sin pensar lo que digo... Y así me ha lucido tantas veces el pelo. Y así me voy a meter otra vez en un charco, en este caso con el gremio de libreros del orbe reconocido. Aunque seguro que los libreros de casta y de corazón, que también -afortunadamente- quedan algunos, estarán de acuerdo conmigo, y no se enfadarán, porque seguro que a ellos no les gustan los intrusos, ni las grandes superficies, ni los mercachifles que venden libros, como podían vender pipas, coliflores, o vehículos de gran cilindrada. Ni les gusta que los amontonen en el mismo saco.
No sé si os he contado alguna vez que mi biblioteca y sus inquilinos son sagrados, como miembros de mi familia con los que convivo a diario, que me procuran consejos, entretenimiento y buena compañía. Y así como cualquier hijo de vecino no presta su cama a otro, así como así, ni encomienda  sus vástagos al primer desconocido que se ponga a tiro de piedra, yo tampoco dejo solo en mi biblioteca a nadie, ni cedo mis libros a cualquiera que no sea de mi total confianza. Porque por la atmósfera de mi biblioteca revolotean, como mariposas, energías positivas que sólo yo, aunque parezca un tanto egoísta, soy capaz de asimilar; y me da pánico que alguien se deje abiertas una puerta o una ventana por las que se puedan escapar, o lo que es aún peor, que me las levante sin ningún pudor y me condene a una horfandad creativa de la que no pueda recuperarme jamás. Y mis libros, como buenos parientes que han compartido conmigo tantos momentos memorables, tampoco se merecen que yo sea un irresponsable que los arroje a las fauces de cualquier desaprensivo que ni los valore ni los respete. Sólo se los confío, o sería capaz de hacerlo, a esas personas que sé que los van a querer y los van a cuidar tanto, al menos, como los quiero y los cuido yo.
Mis libros han emparentado conmigo de muchas, y a veces extrañas, maneras. Pero creo que los que más aprecio son aquellos que me susurraron algo al oído en una librería humilde, en el puesto inestable de una feria... aquellos que no conseguí despegar de mi mano al conocerlos, porque habían fundido la suya en un apretón que rubricaba un contrato perpetuo de amistad. Muchos de ellos son modestos de vestiduras, o son hijos legítimos de autores casi desconocidos. Pero juntos hemos pasado muy buenos ratos.
El viernes entré en Olmedo en una librería pequeña, de esas que tienen que hacer fotocopias y vender tippex y bolígrafos para sobrevivir. Pero la sonrisa con que me recibieron sus libros y su dueño me cautivaron al instante. Fue como un flechazo literario difícil de esquivar. Y seguramente inolvidable. Mientras el librero se hartaba de hacer fotocopias y de hablar de teatro con unas y con otros, me perdí entre los estantes, acaricié respetuosamente y sin ningún afán lascivo muchos de aquellos libros, y me dejé conquistar por una antología poética de Antonio Machado, que se había camuflado o escondido entre una colección de bestsellers de dudosa paternidad o traducción. Tomé el libro entre mis manos, y lo calenté con el cariño con el que un niño pequeño trataría a un pajarillo que se ha caído de su nido. Reparé las esquinas dobladas de sus pastas de cartón, alisé con cuidado algunas de sus páginas, amarilleadas por la edad, y encontré al margen de algunos poemas una caligrafía manual, adolescente y presuntamente femenina por los rasgos, y por los circulitos que coronaban las ies, que aportaba algunos comentarios sobre los versos del maestro. Eso me fascinó. El encanto de lo desconocido. El saber que alguien, a quien probablemente no conoceré nunca, había emparentado con ese libro antes que yo. Me imaginé infructuosamente su edad y su aspecto. Me pregunté si le habrían gustado los poemas, si habría sentido el estremecimiento que recorría mi cuerpo al leerlos de nuevo, al evocarlos, al disfrutarlos en otro ambiente, de una manera distinta. Finalmente pensé que si el libro le hubiera emocionado, y no fuera más que un trabajo impuesto por el profesor de turno, no estaría allí, desterrado de un hogar, de una habitación adolescente condecorada de posters y fotografías de cantantes famosos, de la estantería de una muchacha que no tuvo la suerte de tener unos maestros que la enseñaran a amar la literatura como los míos me enseñaron a mí.
El librero, dejó de hacer fotocopias y de vender bolígrafos y me rescató de mi viaje por las aguas apacibles de esos mares en los que se habían embarcado mis pensamientos. Me regaló esa joya indefensa y vulnerable que ya había decidido adoptar, y hablamos de libros y de escritores, de nuestras vidas y de nuestras aficiones, y de ese puro teatro que es la existencia humana, en la que casi nada es lo que parece, y en la que la ficción no se diferencia mucho de una realidad que con frecuencia se vuelve fantástica.
El próximo sábado día 23, a eso del mediodía, Javier, que así se llama el librero al que le gustan los libros, ha convocado a sus clientes y amigos en ese recoleto santuario que algo tiene ya de mágico para mí. Lo ha hecho para hablar de literatura y presentar el libro honesto y sudado de otro escritor que empieza a sembrar los surcos de su carrera literaria de recuerdos y sentimientos, que a uno le acercan a sus raíces y a sus ancestros.
Presentaremos "La república independiente de San Nadie" de José Carlos Iglesias Dorado; y hablaremos con ellos, y con Ricardo Sanz Molpeceres, de literatura, y de premios literarios, y leeremos nuestros cuentos... y lo que se tercie después.
Si os apetece, estais invitados a disfrutar de Olmedo y de sus reverdecidos encantos, y a participar de esta fiesta de las letras en un rinconcito legendario.

viernes, 18 de mayo de 2012

REAPARICIÓN Y REENCUENTRO TRAS RESURRECCIÓN

El día 17 de abril, mientras preparaba una conferencia, revisaba las galeradas de mi nueva novela y soñaba que el Real Madrid podría asaltar la conquista de su décima copa de Europa, si el Bayern primero -y el Barça luego- no le apartaban de ese objetivo, una tromboembolia pulmonar masiva estuvo a punto de eliminarme a mí para siempre de este mundo.
Confieso que negocié con un santo mi incorporación al otro barrio. Todos dicen que el portero del Cielo es San Pedro, pero el que me recibió tenía acento vasco (o eso me pareció), por lo que tal vez fuera San Mamés. Al verme, me dijo que la cosa allí tampoco está demasiado católica, y que yo iba a sentirme en aquellos andurriales un poco apretado; así que decidí volver, y quedarme en este mundo una temporada más. Al fin y al cabo, aunque los médicos califiquen mi retorno de milagroso, si he regresado tal vez sea porque me falte algo importante por hacer todavía en este teatro, muchas veces del absurdo, en el que cada uno representa su papel.
Lamento no haber podido atender los compromisos culturales que había adquirido alrededor del Día del Libro y las ferias de idem posteriores, pero es muy complicado fugarse de la UVI de un hospital, y más cuando uno no tiene arrestos ni para levantar la cabeza de la almohada.
Pero ahora, que ya puedo respirar sin la ayuda de un artilugio mecánico que me hace tener cierto complejo de submarinista, estoy dispuesto a reaparecer pública y literariamente el próximo jueves 24 de mayo, a las 20,00 h., en la Casa de Zorrilla de Valladolid, dentro del ciclo "Acercamiento al autor y su obra", para pronunciar -si los pulmones aguantan y la voz no se me quiebra como un frágil jarrón de porcelana china- la conferencia "La maldición del escritor. Siempre a caballo entre el porvenir y la nada".
Será un placer inmenso reencontrarme con mis lectores, y dar un abrazo a todos esos amigos a los que pensé que nunca volvería a ver.